La vida de ama de casa no va conmigo, en cuanto aparece alguna excusa para salir de casa, la aprovecho, es decir me apunto a un bombardeo.
El viernes por la tarde, comencé un taller de punto. Nos hemos juntado varias mujeres de edades distintas, entre 30 y 60 años, para tejer. Ganchillo o dos agujas, da lo mismo.
Lo realizamos en la cafetería que hay en la esquina de mi casa, nos juntamos unas cuantas mujeres, mientras degustamos tés o cafés, con la excusa de hacer punto, pero con ganas de comunicarnos.
Hablando de todo y de nada, a la vez, aprendí a tejer con los dedos. Totalmente recomendable para entretener a los niños. Ultrarápido para las impacientes, en tan sólo una hora le hice a mi hija un cuello, uniendo diferentes cordones, tejidos con cuatro de mis deditos. Estoy pensando que algún día se lo voy a «robar» y me lo voy a colocar.
Hasta me dió tiempo a aprender un nuevo punto, ya he comenzado un gorrito para mi hija. En realidad es una copia de uno que vimos en una tienda, el sábado por la tarde. Será mi entretenimiento nocturno mientras os leo y escucho de fondo la televisión. Me parece que voy a usar el mismo método del cuello y me lo voy a colocar.
Creo que no estuvo mal la tarde, total . . . . . . . para matar el tiempo