El otro día no sé que extraña alineación de planetas hubo, pero tras los juegos en la playa con mis hijos y al tumbarnos en las toallas, los cuatro, durante unos quince minutos o más ( para mí fueron unas horas ), no tuve que oir ni mi nombre ni mi alias ( mamáaaa). Nosotros 4 estuvimos tan relajados en la playa que casi, casi me quedo dormida. Para mí es toda una hazaña, la relajación y yo somos incompatibles.
O quizás los planetas no tuvieron que ver para nada, y en cambio fueron estos bancos tan relajantes, para ver el río:
O quizás ver el tráfico del río Ebro:
O tal vez fue cromoterapia, el azul del mar y la piscina:
Y el verde de los arrozales que nos rodeaban:
O disfrutar del arte de no hacer nada y simplemente contemplar:
O estar en el momento y la hora adecuada:
No lo sé, lo único que sé es que esta vez he venido con las pilas recargadísimas, y eso que sólo fueron tres días.
Por si a alguien le interesa, es la zona de mi querido Delta del Ebro