Hola, hola, hola,
Hace tanto que no paso por aquí . . . . Ahora no sé si debe haber alguien ahí afuera, leyéndome. Eso espero, por favor, por favor, por favor.
Voy a intentar postear al menos una vez por semana. Este 2016 me ha traído muchas cosas, que quería compartir pero que no me ha dado tiempo. A ver si ahora sí que puedo.
En estos momentos estoy tan relajada, tras las vacaciones. Un mes enterito para los Alaraj, para nosotros 4. Un matrimonio su hija adolescente y su hijo pre-adolescente dan para rato. Tiempo de todo: ciudad, montaña, mar, paz, tranquilidad, riñas, alguna discusión sana, enfados resueltos, risas, llantos de risa, mucha comida rica, riquísima, muchos kilómetros hechos con coche y muchísimos más hechos a pie, fotos, demasiadas fotos y muchísimos selfies, y lo mejor pocos pensamientos laborales. Aunque esta vuelta al trabajo y a la rutina (que este año no lo va a ser tanto) viene con un contrato indefinido bajo el brazo. Poco significa lo indefinido actualmente pero oye es una alegría eso de no tener que buscar.
El post de hoy es para daros a conocer un poquito mis vacaciones.
A nuestra familia nos gusta mucho viajar, aunque viajamos menos de lo que quisiéramos. Si tuviéramos mucho dinero, lo invertíamos casi todo en viajar por el mundo. Mi gusto por el viajar, vienen por parte de mis padres. Entre finales de los 70 y los 80, recuerdo a mi padre coger vacaciones y acto y seguido coger el coche para viajar, dentro de nuestras posibilidades, por toda España. Primero fue un Seat 850 y luego un Ford Fiesta, nuestros tira millas. Creo que en exceptuando Sevilla, he visitado todas las provincias españolas, y hemos intentado visitar sus correspondientes monumentos y museos.
Hoy en día el postureo obliga a quedar mucho mejor si dices que has estado en tal o cuál país extranjero. Vivimos en una sociedad que hace todo de imagen. Bueno pero este tema da para otra entrada.
Nosotros este año hemos dividido el mes en varias partes, una para visitar el norte de España, otra para arreglar la casa y la última para disfrutar del mar Mediterráneo.
Voy a compartir algunas fotos de nuestra estancia en Cantabria. La primera vez que la visité hace unos 30 años, y esta vez como siempre no me defraudó.
Éste es el conjunto escultórico de Los Raqueros, son 4 niños-adolescentes pobres que antiguamente se tiraban al mar en busca de monedas o algún pequeño tesoro. Como buenos turistas nos hicimos una foto junto a ellos, esperando nuestro turno porque había bastante gente esperando.
La playa del Sardinero, abarrotada. Los días que pasamos fueron espectaculares, sol y calor.
Cada vez que vamos a algún lugar nos acompaña el buen tiempo, por muy al norte que esté, siempre nos ocurre así. Si por donde vivís hace mal tiempo, invitarnos a ir y disfrutaréis de unos días magníficos.
El Capricho de Gaudí, Comillas. Realmente os recomiendo la visita, es una maravilla, aún con mucha gente, no pierde su encanto especial. Y si sois fans del modernismo, aquí vais a disfrutar muchísimo. Podéis hacer la visita guiada con unos simpáticos guías.
Lo que me maravilla de Santander es lo cerca que está el azul del mar con el verde de la montaña. Aquí tomando algo en el faro con unas maravillosas vistas de fondo.
Ya por último os recomiendo visitar Las Cuevas del Castillo y de Las Monedas. Son cuevas, declaradas Patrimonio de la Humanidad, con arte rupestre que se pueden visitar. Las visitas son concertadas y suelen estar muy solicitadas. Me fascinó la visita, ver todas aquellas paredes con las pequeñas pinturas, las estalactitas y las estalagmitas, imaginar la vida prehistórica y escuchar la narración del guía. Si queréis saber más aquí tenéis su web: cuevas.cultura.cantabria.com Además su precio es muy asequible, tan sólo 3 euros por persona y cueva.
Aparte visitamos el magnífico Palacio de la Magdalena, con su sorprendente mini zoo exterior, y como no, la famosa Santillana del Mar, sííí lo sé no es santa, no es llana, y no tiene mar.
Otra cosa fundamental si vistáis Cantabria, probar su magnífica Quesada Pasiega. ¡¡¡ Dios, qué buena !!!! Mi gran fallo fue no probar el cocido montañés ya que hacía mucha calor, pero como volveré, fijo que lo pruebo.
Y hasta aquí nuestras andadas por Cantabria. La próxima semana seguiré con la siguiente parada.