La buena educación

Si tuviera que reprocharles algo a mis desaparecidos padres, solo, tan solo les reprocharía haberme educado tan bien como me educaron.

Me he dado cuenta que algunos de los valores  en los que tanto hincapié hicieron, no deberían haberlo hecho. Y por consecuencia yo me arrepiento de haberlos transmitido a mis hijos.

Por ejemplo la responsabilidad. En el mundo en que vivimos los pícaros, pillos y caraduras son los más apreciados y los que reciben mejor recompensa. Mi experiencia laboral, a lo largo de muuuchos años, así me lo ha demostrado. Echar una mirada a vuestro alrededor, estoy segura que veréis el típico compañer@ vag@ que no se responsabiliza de nada, cobra más y encima el jefe lo alaba. O quizás esa figura es la del jefe. Pero si nos lo llevamos fuera del ámbito laboral también los encontraréis: familiares, amigos, vecinos y ya más allá, más allá todavía:  políticos dirigentes de cualquier país. Su rasgo principal es que son los que mejor viven y los que mejor duermen.

Otro ejemplo: honestidad, de qué te sirve ser honesto  si la gran mayoría no lo es. Encima te lo exigen y por tu honestidad recibes palos. Estoy aprendiendo a no ser tan buena cristiana de poner la otra mejilla, si no lo hago sería una idiota total.

Altruismo, que palabra tan bonita y tan poco usada. Pensaré así porqué será que conozco el caso de una insoportable anciana, de mal carácter y malas formas, a la que todo el mundo se acerca, vela, cuida, custodia y hasta vigila, dándole la razón en todo y no contradiciendo en nada porque tiene una fortuna pero no tiene descendientes a quien dejarla.

Hay un sinfín de valores que se podría incluir a la lista: prudencia, generosidad, lealtad, comprensión, empatía, bondad, etc, etc, etc.

En fin que el mundo de ahí afuera, el real y el virtual,  es duro y difícil. Hay que ser un buen luchador y estar bien preparado para vivir en él.